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Reivindicar la indeferencia

Al igual que es bueno que un niño se aburra, es igualmente bueno que una empresa que trabaja 14 horas al día pensando en ayudar a sus clientes a diferenciarse, a interesar, a conectar, a comprender a sus clientes, elija como primer post de su nuevo blog un elogio a la indiferencia, a ser irrelevantes a todo aquel que se pase por él a leer o curiosear.

Reivindicamos, por tanto, el derecho a ser ignorados, a no interesar a nadie, a simplemente expresar de modo desordenado ideas, reflexiones y enfoques que no tienen que tener contexto previo alguno o siquiera ligarse a nuestra actividad empresarial y sí al conjunto de voluntades que se agrupan en torno a ella. Para sazonar tanta inocuidad habrá también noticias endogámicas, éxitos que seguro no lo son tanto, fracasos, anécdotas que a lo mejor solo tienen sentido para nosotros…

Lo que sí tenemos claro es que no vamos a ser uno más de esos millones de blogs de compañías de comunicación que se copian unas otras buscando la posición SEO, el hipervínculo y las 100 opciones de compartir, que tasan la densidad de palabras, las negritas y cursivas, que analizan las tendencias de búsqueda y el volumen de clicks a los post relevantes al negocio para acabar siendo eco en valle. Más ruido en un mundo al que le sobran demasiadas cosas, una de ellas, el estruendo que producen muchos hablando, a la vez y de lo mismo.

Son pocas, muy pocas, las veces que agencias de cualquier índole tenemos tiempo para pensar en nosotras y lo que nos afecta. Esta es una de las más bellas profesiones que nadie puede ejercer, pero exige de ti una enorme resistencia a la frustración fruto de que, muchas veces, en vez de musas lo que convoca es la estupidez y la simplicidad: la tuya, la de compañeros, colegas y adversarios, la de clientes. Otras, porque refugia a débiles de carácter bajo la excusa de que siempre puede haber una razón para no hacerlo excelente, óptimo, bien, pasable, o siquiera hacerlo en tiempo. Las más, porque premia en exceso el devaneo, la superficialidad, el cortoplacismo.

En esas ocasiones, cual anciano con Alzheimer, tienes que escribir notas y pegarlas en el espejo, cajones y pantallas para recordar lo maravillosa que es, la enorme relevancia de lo que haces. En esos momentos, vuelves a recordar por qué no te cambiarías por nadie, por qué elegiste ver el mundo con los ojos de los desadaptados y admirar solo a quien te ofrece una perspectiva propia de lugares comunes o quien te plantea una pregunta distinta para la que todavía no hay respuestas.

Y todo ello sucede en medio de una enorme presión, por los tiempos, por alcanzar los objetivos, por no perder la ética, los principios y los estribos por el camino. Por eso no tenemos tanto tiempo como quisiéramos para pensar en nosotros, para hablar entre nosotros y, mucho menos, para escribir de nosotros. Siempre desconfiamos de quiénes tenían ese tiempo, así que nunca lo emplearemos en perderlo, salvo para ser indiferentes.

Lárgate de aquí si vienes a aprender algo. Ve al blog Rethink de ESIC, lee Reason Why o IPMark, suscríbete a las news de Ipsos, GFK, EY o Accenture por citar algunos realmente buenos, buenos. Este es un espacio intrascendente para demostrarnos a nosotros mismos si, como decía Valéry, lo más profundo del hombre es su superficie.

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